Dentro de la escuela se urdía una promesa que tomaba fuerza. Ocurría que, en los días de asueto del maestro, un mar inmenso humedecía sus paredes e inundaba la imaginación de los pequeños tipógrafos con peces y caracolas. En esos días en los que Antoni marchaba a Briviesca y las horas quedaban desocupadas de tareas escolares se asomaban a la ventana trasera del aula. Gracias a las últimas briznas de luz, si la contraventana quedaba entra abierta, aquellos ojos infantiles alcanzaban a ver la sombra del gramófono proyectada en las lamas del suelo y creían ver en ella peces multicolores o en el brillo de los tipos ordenados, los reflejos del sol en el mar. Poco más. Tiempo después, en la ausencia definitiva del maestro, los niños no cejaron en el empeño de zambullirse en aquellas imágenes, más ensoñación que realidad, impresas en sus retinas para el resto de su vida y robadas al desgastado recuerdo.
Puedes conocer la verdadera historia del maestro A. Benaiges en los siguientes enlaces:
Desenterrando el silencio: Antonio Benaiges, el maestro que prometió el mar
Blog Desenterrant el silenci. Sergi Bernal